Marcha de novias (2da. parte).... Anda! Lee primero el de abajo!
Y marchamos las novias. Tal y como predije en la entrada anterior, hubo calor, sudor y las cámaras de televisión y prensa tomando nuestro peor ángulo. Lo que no imaginé es que - por hoy- no sería Cristina Marrero. Una cruz de madera tenía tatuado el nombre de la víctima a la que por un día yo daría vida durante mi caminar en la marcha. Yo fui Wilmary Vázquez Hernández de 24 años, asesinada a cuchilladas por su pareja, frente al hijo ambos, un niño de tres años. Mi compañera y colega, Awilda Gómez personificó a Marisol Rivera Rivera, una madre que dejaba a su niña en la escuela el día que le dispararon en la cara. Se presume, fue su pareja.