Llegó Mamá
Ayer los dominicanos ejercimos nuestro derecho al voto. Del otro lado de El Canal de los Monos, yo hice mi parte, más harta que entusiasta. Lee aquí, en quien deposité mi confianza.
Aunque la política genera pasión en la mayoría de la gente, a mí me produce lo mismo que a un hombre las lágrimas de una mujer en pleno acto sexual: Me baja el espíritu y me aniquila el deseo –de dialogar-. Es un sentimiento personal que merece un análisis profundo; porque reconozco que la política es importante por su impacto social y económico, además de su aporte al desarrollo y a la historia de los pueblos.
Yo nací en la época correcta. Si hubiera sido vecina de las hermanas Mirabal, jamás hubiera delatado su espíritu revoltoso, pero nadie en el barrio me habría visto hablando con una de ellas (a menos que adivinara que iban a hacer libros y películas con su vida. En cuyo caso habría sido la amiga simpática que trata de empatar a Trujillo con Minerva). Fo.
Si hubiera nacido cuando la Trinitaria, a lo mucho, habría ayudado dando mi opinión al primer boceto de la bandera. Tal vez habría paseado por el parque, de la mano con Juan Pablo Duarte (el más apuesto de los tres), pero a mí que ni me hablara de revolución ni contiendas.
Una verdadera lástima.
Nuestra realidad política y social nos ubica ahora en un nuevo rol; donde las armas de lucha son las papeletas electorales, nuestro campo de batalla los recintos de votación y nuestra estrategia, ejercer el derecho al voto. Por eso, considerando mi bajo perfil, ni siquiera expreso mi simpatía política. Hasta hoy.
Hace unos meses, una persona con complejo de pitonisa me etiquetó como “peledeísta”. Como ella es Perredeísta, su señalamiento fue el equivalente a “perra sarnosa”. Una analogía simpática de una mentalidad estrecha. Su fundamento no fue que me vio agitando banderas en una caravana de Danilo. No. Fue la entrada de mi blog titulada “Consu-lado bueno”. Fue un análisis bastante estúpido, porque de hecho, yo denuncio públicamente acciones que demuestran escasa ética del gobierno morado. Aunque al final resalte las virtudes, en función a su trabajo social como entidad. Al César lo que es del César.
Por eso la política me da urticaria. La pasión nos ciega y si vamos a votar por “Papá” lo hacemos como si de verdad compartiéramos material genético, sin al menos reconocer con humildad que en sus cuatro años de gobierno quebraron tres bancos y que lo que sale de su boca, siempre es noticia que nos produce vergüenza nacional. Cuando votamos por Danilo nos olvidamos del trasfondo reciente de su partido, de Félix Bautista y su burla al pueblo dominicano y de toda la corrupción asquerosa que fue noticia por ocho años, a la cabeza de quien fuera mi decepción más grande: Leonel Fernández.
Sí, yo voté por Guillermo Moreno y la Alianza País. Pero como el voto es secreto, no se lo digan a nadie.
Este reciente período electoral fue demasiado intenso. Su calor atravesó el Canal de los Monos y me quemó muchas veces. El derroche económico visto en las campañas dio vergüenza en un país pobre. Debería prohibirse que mientras un solo niño vaya descalzo a la escuela, el presupuesto político no suba de los mil dólares por partido. Fue reñido, y lo que falta, ya que la derrota siempre tiene cara de fraude a la luz de los perdedores.
La semana pasada recibí una llamada muy cordial, de parte de un dirigente peledeísta. Aquí les transcribo el diálogo:
- Cristina Marrero. La estamos llamando para informarle su número de mesa y el número de orden que aparece en el libro, para que no haga fila ni pase trabajo.
- Muy agradecida.
- El Partido de la Liberación Dominicana cuenta con su voto.
- Gracias.
- Entonces, ¿contamos con su voto?
- El voto es secreto. Adiós.
Ayer fui a votar y me recibió un representante del PRD. Este fue el diálogo
- Compañera, tiene su cédula?
- Sí. Me puede decir dónde es el asunto?
- Claro! Venga por aquí. Le enseño cómo tiene que votar?
- Sí, por favor (yo estoy pensando que cambiaron el sistema o pusieron reglas nuevas)-
- Número uno todo el tiempo. Eso es lo que tiene que hacer.
Claro, número uno, por el PRD. Muy bonito.
Dicen que ganó Danilo. Felicidades. Espero que su cara de niño maltratado sea el disfraz que oculta una gran personalidad, valores íntegros y el espíritu fuerte necesario para hacerlos prevalecer e imponer en una sociedad demasiado abusada y trastocada. Que limpie nuestro nombre, lave nuestras heridas y le devuelva la honra a la dama más repasada del burdel: Nuestra bella República.
Los que creemos en Dios, estaremos orando por el comienzo de este nuevo capítulo.
Es hora de pasar la página.
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